El Pasado del Perú en Movimiento

Una vez, los quechuas fueron invisibles. En aquel entonces, eran víctimas. Aquellos que sobrevivieron, fueron marginados.

Desde el 1980 al 2000, las familias en los altiplanos andinos eran presa fácil para los terroristas del Sendero Luminoso y el ejército. Ambos grupos aseguraban que luchaban por estas personas, aun cuando ellos mismos las mataban: ya sea que fuesen campesinos o terroristas, para ellos no había ninguna diferencia.

No obstante, algo bueno ha surgido de todo ese horror. Con el apoyo de Visión Mundial, los quechuas se han convertido en ciudadanos y han encontrado el coraje para decir la verdad. Hoy en día, estas poblaciones forman parte del futuro del Perú.

Cuentos de Terror
La historia de la comunidad del altiplano de Carhuahurán vive en Feliciano Ramírez Rimachi, de 50 años.

Cuentos de Terror

Feliciano Ramírez Rimachi da testimonio con sus manos retorcidas, golpeadas y cada una con un dedo menos, mientras se aferra a una Biblia gastada.

Sus manos cuentan la historia de aquel día en el año 1988, cuando sacó una bandera del Sendero Luminoso de color rojo (el color de la firma del grupo maoísta) de la tierra de Carhuahurán, su aldea Andina en la montaña en la provincia de Huanta. Los terroristas, quienes ya lo habían anticipado, habían plantado explosivos alrededor de ella.

"Escuché un sonido como el de un fósforo encendido,” dijo. "Traté de lanzar la bomba lejos, pero explotó".

Esa acción hizo que Feliciano se convirtiera en un héroe de guerra. Más adelante se convirtió en alcalde, pero su inquebrantable propósito sigue siendo el conservar la memoria de su comunidad.

Feliciano cuenta su historia, la cual es una historia de resiliencia. Se la ha contado una y otra vez a los visitantes, periodistas e investigadores, pero lo más importante es contarla bien.

“Vivíamos cerca de la muerte todos los días, con miedo a los terroristas y a los soldados,” cuenta Feliciano. Para protegerse del frío de la montaña mete las manos en los bolsillos de una chaqueta que una vez estuvo adornada con detalles de cuero, que ahora ya han desaparecido.

Comienza su historia contando cuando el Sendero Luminoso llegó por primera vez en 1978. “Estaba formado por un grupo de estudiantes de la Universidad de Huamanga”, comenta. “En un principio, ellos no vinieron a matar. Sino que vinieron a hacer que la gente conociera las doctrinas del Sendero Luminoso”.

Las brutales tácticas de los soldados enmascarados se muestran en este retablo, el cual es una forma de arte tradicional andina.

Las brutales tácticas de los soldados enmascarados se muestran en este retablo, el cual es una forma de arte tradicional andina.

Los estudiantes molestaron a la gente durante un festival y las autoridades los azotaron. Dos años más tarde, el día de Navidad, los rebeldes que ahora imponían su ideología con las armas, mataron a siete personas. “Esas siete personas resultaron ser las mismas personas que los habían azotado”, relató.

Ese año hubo más muertes y ya para el año 1980, los aldeanos estaban aterrorizados. “Dormíamos en las montañas. Nadie permanecía en Carhuahurán durante la noche,” cuenta Feliciano. “Nos escondíamos en cuevas”. Los aldeanos organizaron rondas campesinas y las patrullas vigilaban que no vinieran los terroristas.

Lo mismo sucedía en la zona de Ayacucho, una de las regiones más pobres del Perú. Los líderes del Sendero Luminoso procedentes de esta zona, decían representar a los pueblos indígenas marginados; pero su interés se basaba en un juego de suma cero: había que unirse a ellos o morir.

Los militares se instalaron en el área, pero en lugar de proteger a los aldeanos, trajeron más derramamiento de sangre. Según la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, las fuerzas armadas cometieron violaciones generalizadas de los derechos humanos bajo la bandera “aplastar el terrorismo”.

Los rostros de los valientes miembros de la ANFASEF, una asociación dirigidas por mujeres, le recuerdan a los visitantes en el Museo de la Memoria que para nunca se debe olvidar lo que pasó con sus seres queridos.

Los rostros de los valientes miembros de la ANFASEF, una asociación dirigidas por mujeres, le recuerdan a los visitantes en el Museo de la Memoria que para nunca se debe olvidar lo que pasó con sus seres queridos.

En Carhuahurán, el lugar en donde se instalaron, “los soldados se convirtieron en los jefes," cuenta Feliciano. “No podíamos trabajar la tierra. Teníamos que apoyar a la base militar abasteciéndolos con leña y alimentos.”

“Teníamos que ayudar a buscar a los terroristas y los soldados nos hacían caminar delante de ellos,” relató. “Nos encontrábamos más cerca de la muerte que cualquier otra personas”.

Feliciano, quien es cristiano evangélico, se consolaba al pensar que Dios estaba con él y Las palabras de Génesis 28:15 que dicen “Estoy contigo y te cuidaré dondequiera que vayas” se convirtieron en su escritura favorita.

No obstante, Feliciano, al igual que muchas otras personas en Carhuahurán, no abandonó el lugar. El y muchos otros se quedaron y sobrevivieron a los ataques de los terroristas y la ocupación militar.

Su historia es una historia de fortaleza y sus manos dan testimonio del precio que tuvo que pagar.

Por otro lado, a unas 78 millas de distancia y después de muchas horas de manejo en carreteras montañosas, se encuentra la capital regional, la ciudad de Ayacucho; en dónde otro grupo se enfoca en recordar.

La Asociación Nacional de Familiares Secuestrados, Detenidos y Desaparecidos del Perú (ANFASEF) se inició como un grupo de mujeres que simplemente no querían quedarse con los brazos cruzados. Sus esposos y seres queridos habían sido detenidos, asesinados o, como lo dice esa terrible palabra... habían desaparecido. . Ellas marcharon exigiendo respuestas, a pesar del peligro que eso representaba en los años 80.

El grupo creó el Museo de la Memoria el cual utiliza fotografías, arte tradicional, recreaciones de escenas, exhibiciones interactivas y artefactos que cuentan las atrocidades cometidas por los perpetradores.

El resultado es una historia visual de la época del Sendero Luminoso, elaborada y narrada minuciosamente por un miembro de la ANFASEF. En ella usted escucha acerca de las más de 100 personas en Putis, que fueron asesinadas a balazos después de que los soldados les ordenasen cavar una zanja, la cual supuestamente sería utilizada para peces. Allí usted se entera acerca de la ejecución de seis hombres a quienes los soldados sacaron de un servicio religioso en Callqui y les dispararon mientras que el resto de la congregación se veía obligada a seguir cantando. Usted podrá ver la recreación de una de las celdas del Estadio de Fútbol de Huanta, utilizada por los militares para torturar a sospechosos de terrorismo.

Las “ropas vacías” donadas por los familiares, representan a los muchos hombres, mujeres y niños desaparecidos.

El testimonio escrito de una mujer que cuenta el significado de un pequeño tarro de metal que le dio un soldado después de haber alimentado a su perro con él. “Si este tarrito tuviera vida, lo contaría todo,” escribe.

Además, una exposición llamada “Las dos caras de la muerte” muestra una pantalla doble de dioramas tradicionales que detallan los horrores. En uno de sus lados, muestra en un diseño rojo los actos cometidos por los terroristas: decapitaciones, lapidaciones, la matanza de autoridades de la aldea y otras. Al otro lado, en verde, se muestran los delitos cometidos por los soldados: como el lanzamiento de personas desde helicópteros, la quema de cuerpos humanos en los hornos, el asesinato de miembros inocentes de las familias.

Durante la época de Sendero Luminoso la muerte tenía dos caras: los terroristas (rojo) y los militares (verde) y los pobladores Quechua quedaron atrapados en el medio de ambos.

Durante la época de Sendero Luminoso la muerte tenía dos caras: los terroristas (rojo) y los militares (verde) y los pobladores Quechua quedaron atrapados en el medio de ambos.

Las mujeres de la ANFASEF hablan de los desaparecidos y las víctimas que muchos años después, son exhumadas de fosas poco profundas y cuyos restos son enviados de regreso a sus familiares.

De las casi 70.000 personas que murieron entre 1980 y el 2000, tres cuartas partes eran indígenas o quechuas.

“El tour del museo finaliza con la frase “Para que no se repita. Para que esto nunca ocurra otra vez. Ese es, después de todo, el propósito de recordar todo ese dolor.

Los sobrevivientes cuentan sus historias y es importante que las cuenten bien.

Las Mujeres al Frente
Gladys Condor, dirige un próspero negocio en el mercado de los domingos de Huanta.

Las Mujeres al Frente

En una reunión de líderes de la comunidad de Huanta, la capital provincial, hay algo que sobresale. Y es que casi todos sus miembros son mujeres.

Algunas usan la vestimenta Quechua tradicional, con sus faldas de pliegues y sombreros fedora sobre sus cabellos trenzados. Otras cargan a sus bebés atados a la espalda con coloridas mantas. Las mujeres sonríen tímidamente y se tapan la sonrisa con las manos.

Pero cuando es la hora de las presentaciones, se paran firmes y orgullosas mientras dicen sus nombres y sus puestos.

Hace algún tiempo, las mujeres Quechua permanecían en la parte de atrás del salón. Pero como una consecuencia inesperada de lo que puso al revés sus vidas durante los años de violencia del Sendero Luminoso, ahora tienen un nuevo papel frente a la sociedad.

Fue por necesidad, las familias que habían huido de sus aldeas rurales tuvieron que empezar de nuevo en esta ciudad desconocida. ¡Había mucho que hacer!

Gladys Condor, de 47 años, cuenta que al llegar a Huanta por primera vez cuando aún era una joven madre, nunca se había considerado una líder, “ni siquiera en sueños” dijo. "Yo era tímida, no participaba en nada y no daba mi opinión ni me quejaba."

No obstante, en el año 1998 fue elegida Presidente del Club de Madres, una organización para mujeres en 17 barrios urbanos.

Gladys por su parte, vio en Maritza Flores, quien ahora Coordinadora del proyecto de Visión Mundial, a una campeona. Maritza, quien es considerada un dinamo y una devota cristiana, enseña a muchas mujeres a que se extiendan más allá de su zona de confort.

Ella resalta que en el camino de Dios, los hombres y las mujeres trabajan juntos para mejorar las vidas de sus hijos e hijas. Sus talleres se basan en las escrituras y orientan a las parejas para que cambien sus dinámicas.

Este enfoque funcionó para Gladys y su esposo, Emiliano Pérez de 51 años de edad. “En el Perú, tenemos un gran problema con el machismo," dice Emiliano. “Yo era así. Pero en el taller, aprendí a ser un mejor esposo. Y pude llegar a motivar a mi esposa a que se convirtiera en líder”.

A pesar de sólo haber cursado hasta el quinto grado, Gladys llegó a servir como Vicepresidente de su vecindario, en el Hospital Baja y fue elegida dos veces presidente de la organización de padres.

Gracias a modelos como Gladys, muchas mujeres jóvenes hoy se inclinan hacia el liderazgo.

Karen Yuliana Díaz Curo de 13 años y Luana Ramos Díaz de 15, presiden un cuarto lleno de niños y niñas, cada una tomando un turno para dirigir una presentación de PowerPoint. Estas chicas son oficiales en el Parlamento de los Niños, un programa de Visión Mundial destinado a involucrar a los jóvenes en la toma de decisiones comunitarias.

Luana Ramos Díaz, de 15 años, irradia seguridad en sí misma, lo cual es el resultado de su involucramiento en el Parlamento de los Niños de Visión Mundial.

Luana Ramos Díaz, de 15 años, irradia seguridad en sí misma, lo cual es el resultado de su involucramiento en el Parlamento de los Niños de Visión Mundial.

Ellas viven a tan sólo unas puertas de diferencia la una de la otra, en el mismo barrio de Gladys y asisten a la misma escuela, San Francisco de Asís. Ambas provienen de familias desplazadas por la violencia.

Estas adolescentes están decididas a aprovechar todas las oportunidades que se les presenten; oportunidades que sus padres y especialmente sus madres, nunca tuvieron.

Ambas han empezado a considerar estudiar una carrera. Luana, Secretaria del Parlamento de los Niños y una de las mejores estudiantes de matemáticas en su escuela, demuestra su habilidad para el pensamiento visual sofisticado en sus cuadernos escolares, los cuales tiene llenos de una impresionante tipografía dibujada a mano y diagramas intrincados.

“Aprendo mejor usando mapas conceptuales”, nos explica. “Uno simplemente tiene que poner las ideas clave.” Luana está interesada en llegar a ser una Diseñadora Gráfica en Lima, la capital del Perú.

Recientemente visitó Lima como una de dos adolescentes representando a la región de Ayacucho, en una reunión con los Ministros del Gobierno para hablar sobre temas infantiles.

Esta es una oportunidad sin precedentes para la juventud Quechua, en la que podrán hablar a los oídos atentos del gobierno nacional.

Karen Yuliana Díaz Curo, de 13 años, camina por su vecindad con la misma confianza que hizo que fuera elegida Presidente del Parlamento de los Niños.

Karen Yuliana Díaz Curo, de 13 años, camina por su vecindad con la misma confianza que hizo que fuera elegida Presidente del Parlamento de los Niños.

Cuando se le preguntó qué le diría al Presidente Ollanta Humala si tuviera la oportunidad, su respuesta rápida nos hizo pensar que era algo en lo que ya había pensado.

“Perú tiene un presupuesto de Educación del 4 o 5 por ciento del PIB y me gustaría pedirle que incremente ese porcentaje," dijo. “Además, me gustaría que los políticos que quieran entrar en el gobierno no sólo prometan hacer cosas por los niños y las niñas, sino que también cumplan esas promesas”.

Karen, quien fue elegida Presidente del Parlamento de los Niños el año pasado, fundamentó su campaña sobre planes para ayudares a los niños y niñas de Huanta a evitar los típicos errores de los adolescentes en su comunidad: entre ellos el alcohol, las drogas y el sexo. El Parlamento organiza actividades y pequeñas presentaciones para mostrarles a los niños y niñas que existen mejores alternativas.

Esta adolescente con una pequeña sonrisa en su rostro y peinada de cola de caballo dice que ella no esperaba ganar las elecciones contra un chico popular. Dato divertido: Todos los Presidentes del Parlamento de todos Niños y Niñas durante sus 13 años de historia han sido mujeres.

Su hermano menor, Miker, de 10 años, pretende cambiar eso. “Voy a ser el futuro Presidente del Parlamento de los Niños” dijo.

Karen añade: “Yo voy a ser el futuro Presidente del Perú”.

Ella está decidida, pero ya hay otra jovencita en Huanta que podría tener una visión más clara de la meta. Denisse Pariona Lunasco, de 23 años, ya ha llegado hasta la oficina del alcalde como asesora, siendo la asesora más joven que se ha elegido.

Mientras camina a través del edificio de la Municipalidad de Huanta, con una chaqueta a rayas, un pantalón de mezclilla a la moda y unas botas de tacón alto, Denisse se muestra como una mujer segura y moderna. Pero esta historia podría haber sido diferente. “Es muy probable que yo no estuviese aquí si Visión Mundial no hubiese venido [a Huanta],” dijo. “No habría recibido educación, estaría casada y con un montón de hijos”.

Denisse Pariona Lunasco de 24 años (quién fue una niña patrocinada) y su madre Aurora Lunasco; representan el pasado y el presente de la mujer Quechua en Huanta.

Denisse Pariona Lunasco de 24 años (quién fue una niña patrocinada) y su madre Aurora Lunasco; representan el pasado y el presente de la mujer Quechua en Huanta.

Cuando está en casa junto a su madre Aurora Lunasco — vestida al estilo Quechua — es aún más evidente lo lejos que ha llegado.

Denisse aprendió sobre liderazgo y perfeccionó su aplomo como Presidente del Parlamento de los Niños hace 10 años. Ella dice que solía ser tímida y cuenta que “después de una reunión, pensaba que debería haber dicho esto o lo otro, que yo tenía la respuesta.” Después de salir de la secundaria, se graduó de una carrera técnica y actualmente está estudiando un grado de contabilidad, con el objetivo de estudiar después una maestría en finanzas y auditoría.

En el edificio municipal, ella observa las fotos de los últimos alcaldes y dice: “por supuesto quiero ser alcalde. Me gustaría mucho ser la primera mujer alcalde en esta municipalidad.”

Este es el fruto del trabajo de Visión Mundial en Huanta, un trabajo diseñado para desarrollar las capacidades de las personas más allá incluso de lo que ellas mismos esperan. Entre Gladys, quién no podía tan siquiera soñar con convertirse en líder y, las mujeres jóvenes que se esfuerzan por lograr adquirir mejores puestos de trabajo, el cambio se hace evidente en una sola generación.

Generosidad generacional
Entre las actividades sabatinas que debe hacer el joven de 13 años, Ángel Gustavo Luza Lapa se encuentra el arrancar las malezas del jardín de alfalfa.

Generosidad generacional

El hogar de Lapa es un manjar para los sentidos.

Para el paladar, hay miel fresca servida directa desde el panal en galletas saladas; los aguacates y las naranjas recién cortados de los árboles; atún en rodajas o la fruta del cactus con sabor a sandia.

Para la vista, hay una espléndida vista del valle en las afueras de Huanta, la capital provincial, rodeada por montañas y un cielo azul. Los conejillos de indias de color castaño claro se escurren en su corral. Un pequeño Chevy amarillo se esconde en una cochera, cerca de unas moto-taxis coloridas propiedad de la familia. Dentro de una de las estructuras, hay un armario lleno de medicamentos, jeringas y suministros médicos, suficiente para todo el vecindario.

La familia de Ángel vive en un barrio al pie de la imponente estatua de Jesús, en una colina por encima de Huanta.

La familia de Ángel vive en un barrio al pie de la imponente estatua de Jesús, en una colina por encima de Huanta.

El lugar no deleita los oídos, sin embargo esto es así por una buena razón. Un letrero en la puerta de una de las habitaciones en el patio dice, « ¡Silencio, bebe durmiendo!”, el cual pide silencio durante la siesta del bebé.

Durante un sábado por la mañana, los miembros de la familia se mantienen ocupados, pero en silencio. Ángel Gustavo Luza Lapa, de 13 años, prefiere no despertar a su primo cuando le ayuda a su abuelo, Erineo Lapa, de 55 años, a extraer la miel de las colmenas. Erineo, envuelto en la ropa protectora que usan los apicultores, saca un panal de abejas, el cual es colocado por Ángel en el extractor, que es un gran cilindro de metal, y con una manivela gira el panal mientras se libera la miel.

“Tienes que hacerlo lentamente al principio”, explica Ángel. “Y lo haces cuando hace calor. Porque es entonces cuando la miel sale más fácilmente”. 

El ayudar en los quehaceres familiares es parte del carácter de los Lapa. Tres generaciones conviven aquí, trabajando duro, y han alcanzado muchos logros.

La familia es de Huanta, a diferencia de la mayoría de sus vecinos en Cedropapa, un barrio donde muchas familias desplazadas se instalaron en 1994. Pero Erineo, su hija Nelly y Ángel han hecho suyas las preocupaciones de las personas desplazadas.

Ángel y Erineo cosechan los aguacates de su huerto. El trabajo de diferentes generaciones juntas ha mejorado la vida de las familias desplazadas en Huanta y ha empoderado a los jóvenes para que asuman puestos de responsabilidad.

Ángel y Erineo cosechan los aguacates de su huerto. El trabajo de diferentes generaciones juntas ha mejorado la vida de las familias desplazadas en Huanta y ha empoderado a los jóvenes para que asuman puestos de responsabilidad.

Erineo comenzó a trabajar con Visión Mundial desde el principio, desde 1996, junto con la organización comunitaria, AFADIPH. Erineo sirvió como promotor comunitario, aprendiendo a cabildear servicios en el gobierno local.

“lo primero que promoví fue la solicitud de construir una carretera”, dice. “Cuando lo conseguí, pensé, “tengo un nietecito, voy a solicitar que hagan una escuela”. Y la escuela fue construida.

Luego pensé: “Entonces, deberíamos tener electricidad”. “Después de seis años, obtuvimos el servicio eléctrico e incluso viajé a Lima para hablar con el Ministro de Energía y solicitarle que el servicio llegara a todos los [barrios] de Huanta”, continúa diciendo.

“Ahora que ya contamos con electricidad, agua y una escuela primaria, estoy pensando que sería bueno tener una escuela secundaria aquí”, dice Erineo. “Esa es mi visión ahora. Mi principal objetivo es que haya educación para todos los niños y niñas.”

Es el Presidente de Cedropapa quien habla. Y podría muy bien ser el Dr. Erineo — porque para todos los propósitos, es el médico local. El tener un botiquín de medicamentos es la continuación de su servicio como promotor de salud. Está entrenado para ayudar a las familias con procedimientos de bajo costo, que no ameritan el viaje al hospital en la ciudad, como el tratamiento de heridas y el administrar puntos de sutura y sanar heridas de disparos. Periódicamente, vuelve a leer los gruesos manuales de entrenamiento para mantener al día sus habilidades.

Erineo Lapa, su abuelo, mantiene un botiquín bien surtido que sirve a las familias del barrio con todo, desde aspirina hasta inyecciones de penicilina.

Erineo Lapa, su abuelo, mantiene un botiquín bien surtido que sirve a las familias del barrio con todo, desde aspirina hasta inyecciones de penicilina.

Su hija Nelly, de 34 años, está igual de ocupada. Además de criar a sus hijos, Ángel y Marc Anthony, es la Presidente del Club de las Madres, una organización comunitaria. Entre otras actividades, el grupo cocina y ofrece comidas para familias desfavorecidas, dos veces por semana.

Nelly también está activa con “Vaso de Leche”, un programa de asistencia social. Ayuda a distribuir leche y avena, proporcionados por el gobierno, a niños en estado de desnutrición.

En las últimas dos décadas, ha visto muchos cambios en Cedropapa. “Cuando era una niña, esto era sólo un campo, sin electricidad, ni agua y tampoco había carretera”, afirma. “Ahora tenemos todo eso. En 10 años más, esta será una ciudad”.

Nelly también ha podido ver cambios en su hijo Ángel. “Está muy animado, dispuesto a hacer muchas cosas, cosas grandes”.

En consonancia con la tendencia al liderazgo de los Lapa, Ángel es vice presidente del Parlamento de los Niños, un programa de Visión Mundial, que busca equipar a los jóvenes para que se conviertan en participantes activos de sus comunidades.

El joven adolescente, limpio y bien vestido, con una hermosa sonrisa exuda seguridad en sí mismo cuando es el centro de atención y se siente cómodo consigo mismo.

Por supuesto que así se siente. Nunca hubo desgarradoras historias alrededor de la mesa que relataban cómo tuvieron que escapar de Sendero Luminoso. Nunca sufrió la discriminación como los niños y niñas desplazados, excluidos de muchas escuelas de Huanta. Su casa es superior a la de la mayoría de sus compañeros en el Parlamento de los Niños.

Y sin embargo, el impacto del agitado pasado del Perú — particularmente la afluencia de tantas familias rurales desesperadas — ha cambiado a los Lapa. Se han convertido en servidores públicos por excelencia.

Ángel pareciera estar comprometido para darle seguimiento al proceso hasta el final, incluso después de que Visión Mundial salga de Huanta, después de 19 años.

“Cuando desaparezcan los líderes, tomaremos nosotros sus lugares. Vamos a hacer muchas cosas”, afirma. “Visión Mundial está cerrando, pero seguiremos como AFADIPH. Haremos cosas aún mejores. Vamos a cambiar nuestras comunidades”.

Un largo camino
Aunque hoy la carretera llega hasta Carhuahurán, sigue siendo un viaje difícil.

Un largo camino

El viaje desde Huanta, la capital provincial, a la ciudad de Carhuahurán, que es una distancia de aproximadamente 70 kilómetros, nunca es rápido ni cómodo.

Al viajar por la autopista Pakchanqa Qano, esculpida en las montañas de los Andes, los vehículos deben arrastrarse lentamente a lo largo de vueltas de horquilla — o los conductores deben detenerse para quitar piedras del camino. Lo que duraría menos de una hora en una autopista interestatal plana, tarda hasta tres veces más.

Pero el paisaje es pintoresco, con vistas de la irregular cordillera perdiéndose en el horizonte. Nubes que parecieran de algodón mortajan sus picos contra un cielo siempre cambiante.

Además, ahora se puede hacer todo el viaje en coche. Eso no era así cuando visité el lugar por primera vez, en 1997. La carretera llegaba hasta un pueblo llamado Purus, como a 17 kilómetros de distancia, y había que caminar un par de horas hasta Carhuahurán.

El tráfico animal todavía supera al de los coches en la carretera que serpentea a través de la montaña.

El tráfico animal todavía supera al de los coches en la carretera que serpentea a través de la montaña.

Sobre un sendero a 4000 metros de altitud: esto era una aventura única para mí — pero solamente otro día de trabajo para mis colegas de Visión Mundial, con sede en la región. Por años, esta era la única manera de alcanzar a las comunidades rurales con el patrocinio infantil y otros programas.

El apoyo fue una línea de vida para las familias que se quedaron en Carhuahurán durante la época de la violencia de Sendero luminoso, en la década de los 80 y 90. Tuvieron la posibilidad de quedarse debido a que existía un puesto militar, pero era un acuerdo cargado de tensiones. Los soldados dominaban e intimidaban a las personas, como pude presenciarlo personalmente en 1997.

Un soldado hizo su aparición en el recinto donde unos colegas y yo íbamos a pasar la noche. Nos miró con severidad, pero no dijo nada; sólo quería que supiéramos que estaba ahí. A las 4:00 A.M., un megáfono a todo volumen y disparos de rifle nos despertaron abruptamente. Justo afuera, se realizaban ejercicios militares.

Hacia 1999, los militares habían ya abandonado el lugar y la carretera había sido ya construida, transformando lo que yo recordaba como algo poco más que una colección de casas de adobe y paja, que se aferraban a la ladera del monte.

Ahora hay una avenida plana, sin asfaltar, que conforma el centro del pueblo. Las casas y otras estructuras se amontonan a lo largo de la misma, mientras que los cables eléctricos son una maraña por encima.

Los residentes usan la red eléctrica en más de una forma.

Antes de cerrar un proyecto de patrocinio aquí en 2012, Visión Mundial ayudó a los líderes locales a poner en marcha una fuente duradera de apoyo para la creación de un nuevo distrito del altiplano, el Uchuraccay.

Formalizado el año pasado, “esto garantiza el financiamiento del gobierno para Carhuahurán”, afirma Víctor Belleza, asesor de calidad ministerial de Visión Mundial. “El estado les va a asignar un presupuesto todos los años — por el resto de sus vidas”.

Víctor agrega que Visión Mundial seguirá estando comprometida: “Queremos ayudar, de tal forma que podamos mantener la inversión prioritaria en los niños y niñas”.

Durante 16 años, fue el Patrocinio Infantil el que proporcionó esta inversión. Entre aquellos que se beneficiaron, estuvo la familia de Marcos Rafaelos Ccente, a quien conocí en 1997, y quien todavía vive en Carhuahurán.

Marcos se reunió con nosotros en la carretera y nos llevó por un sendero empinado a su complejo. Su esposa e hijas estaban ataviadas con sus mejores atuendos Quechua: vestían faldas multicolores, sombreros tipo fedora adornados con flores y chales tejidos, sujetos con alfileres decorativos.

El trepar por los escarpados caminos entre las casas al pie de la ladera es tarea fácil para Silvia Rafaelo Curo, de 26 años, quien creció aquí.

El trepar por los escarpados caminos entre las casas al pie de la ladera es tarea fácil para Silvia Rafaelo Curo, de 26 años, quien creció aquí.

Cuando saque las fotos que había tomado en 1997, se reunieron alrededor mío, charlando animadamente como lo haría cualquier persona que tiene la oportunidad de irse en el viaje melancólico de ver fotos viejas de sí mismos. La risa trascendió al idioma y compartíamos su deleite.

Las hijas Sylvia y Ortencia son versiones más adultas, y ya madres, de las niñas que aparecen en las fotos.

Silvia, quien otrora fuera una chica sonriente que mostraba los regalos que le habían enviado sus patrocinadores, tiene ahora 26 años y cuatro hijos. Ortencia, que en las fotos de la portada de la revista Visión Mundial de 1997 aparece como la linda niña con una gorra azul de punto, tiene hoy 22 años y es la madre de un niño de 1 año de edad.

El cuidado de los niños y niñas, la iglesia, el cocinar y cuidar ganado llenan sus días — es decir, viven igual que su madre, Juana, de 48 años.

La vida de Ortencia Rafaelo Curo se parece mucho a la de su madre, pero con electricidad y agua potable.

La vida de Ortencia Rafaelo Curo se parece mucho a la de su madre, pero con electricidad y agua potable.

Si estas jóvenes son la medida del cambio en Carhuahurán, claramente este no es rápido. Pero Visión Mundial ayudó a que el desarrollo fuese relativamente ágil.

Cuando eran niñas patrocinadas, Silvia y Ortencia, se beneficiaron de las mejoras de la comunidad incluyendo los servicios de salud, las letrinas y la capacitación agrícola. En parte, su padre era el responsable por esos cambios, puesto que era un promotor de salud y un promotor agrícola, entrenado para administrar medicamentos a personas y animales y quien exhortaba a las familias a que registraran a sus hijos e hijas en el programa de patrocinio.

Las hermanas recibieron cartas y correspondencia de sus patrocinadores estadounidenses. “Yo respondí a todas las cartas”, dice Silvia.

Silvia y Ortencia fueron a la escuela, aunque ninguna de las dos terminó la secundaria. Pero dicen que el mejor cambio que Visión Mundial llevó a Carhuahurán fue el énfasis en la educación y esperan que sus hijos e hijas sean los que gocen de esos frutos. “Me gustaría que estudien lo que quieran y que lleguen a ser alguien”, dice Silvia. “Que tengan una carrera, que sean profesores o ingenieros”.

Esto ya parece ser una posibilidad para su hija de 8 años de edad, Rosaura, quien al llegar de la escuela parecía una chica más de Lima, vistiendo un suéter y pantalones color rosa. Cargaba una mochila rosa y púrpura, con el logo de Visión Mundial, que le había sido heredada por su madre Silvia, quien a su vez la había recibido cuando era una niña patrocinada.

Rosaura tiene la misma edad que Silvia tenía cuando la vi por primera vez en 1997. ¿Cuán diferente será la vida de Rosaura dentro de 17 años?

El mundo ahora ya invadió Carhuahurán — llega gracias a la carretera y las ondas televisivas, desde el año 2007, cuando la ciudad empezó a contar con electricidad. Y como parte del recién formado distrito de Uchuraccay, lo que antes fuera un lento ritmo de cambio en esta comunidad está por verse acelerado.

Los vehículos son todavía bastante infrecuentes en esta vía, por lo que un niño o un pollo pueden cruzar fácilmente la carretera.

Los vehículos son todavía bastante infrecuentes en esta vía, por lo que un niño o un pollo pueden cruzar fácilmente la carretera.

Lea la historia sobre ex alcalde de Carhuahurán, Feliciano Ramírez Rimachi, en la sección Historias de Terror.

El arte de la paz
Las obras de arte rodean a Joel Quispe Díaz, de 22 años, en su apartamento universitario.

El arte de la paz

El hombre de hombros caídos emerge de un lienzo rojo; salta a la vida desde el pincel de Joel Quispe Díaz, de 22 años. Sobrepasa ya la mediana edad y su expresión es inescrutable bajo la visera de su gorra, parece agobiado — y no sólo por la carga sobre su hombro y por la bolsa que cuelga de su cintura.

Joel agrega blanco al cuello del hombre, a los largo de la mandíbula. Le preocupan todavía algunos detalles, la definición. El espacio a la derecha del hombre está vacío, a la espera de que se materialice algún objeto o alguna persona sobre el lienzo, para terminar el relato de la historia.

Pero el artista no tiene prisa; sigue trabajando con la luz silenciosa de la tarde que proviene de la única ventana en la pequeña habitación, en un segundo piso.

“Puedo expresar mis sentimientos a través de mis pinturas”, dice Joel, un estudiante de la escuela de Bellas Artes de Ayacucho, una ciudad en el centro sur de los Andes. “Es como hacer un poema con colores”.

Un montón de bocetos - pluma y tinta, carbón y lápiz - muestran toda la gama del talento y la habilidad artísticos de Joel.

Un montón de bocetos - pluma y tinta, carbón y lápiz - muestran toda la gama del talento y la habilidad artísticos de Joel.

El rojo dominante de su trabajo en curso sugiere tintes de ira o injusticia. Estos y otros temas desagradables le fueron regalados sin pedirlo en su sombría infancia.

La violencia que cobró la vida de sus abuelos en la década de los 80, mientras Sendero Luminoso aterrorizaba las aldeas, también persiguió a sus padres a Huanta, la capital de provincia. Nada fue fácil para las familias desplazadas allí. El trabajo era escaso y servil. Los niños y niñas no eran bienvenidos en algunas escuelas de la ciudad.

Peor aún, Joel tuvo que crecer sin su padre, quien abandonó a la familia cuando el niño tenía sólo 3 años. No había alternativa alguna; Joel tuvo que hacer malabares con la escuela y el trabajo. Arrastraba paquetes y mercancías en un carro más grande que él en el mercado al aire libre de Huanta, además vendía comida en la calle.

Durante lo que él llama su “año de sufrimiento”, fue enviado a la provincia amazónica para trabajar con los hermanos de su padre en los campos — se enfrentaba a una labor grosera durante el día y al abuso físico y psicológico de sus parientes durante la noche.

En Huanta, las cosas cambiaron para Joel. Los programas de Visión Mundial habían comenzado a surtir efecto, empoderando a las familias desplazadas. Un grupo de niños y niñas que trabajaban comenzaron a reunirse para aprender sobre sus derechos y Joel se unió a ellos. En el 2002, este grupo se convirtió en el Parlamento de los Niños, una fuerza que capacitaba a los líderes de la juventud de Huanta.

Su madre lo registró en el programa de patrocinio cuando tenía 7 años y un señor de Estados Unidos se convirtió en su patrocinador. Como respuesta a las cartas de su patrocinador, Joel dibujaba paisajes.

En uno de los cuestionarios para los niños y niñas patrocinados, hubo una pregunta, “¿Qué quieres ser cuando crezcas?” Joel sonríe cuando lo recuerda. “Yo dije: quiero ser un artista”.

Otro cruel incidente casi destruyó este sueño. Cuando Joel tenía 16 años, su madre murió.

Por suerte, no estaba solo. Su tía, Rosario Díaz, lo acogió.

Y el miembro del equipo de Visión Mundial, Rómulo Aguilar Baca, facilitador de programas para la juventud, vino al rescate con apoyo moral. “Él me animó a seguir adelante a pesar de la muerte de mi madre, me alentó para que terminara mi último año de secundaria”, dice Joel.

Joel comenta sobre Rómulo: “Si algo me pasaba, él estaba junto a mí”.

Fue Rómulo quien le compró a Joel su primer juego de pinturas al óleo, cuando fue admitido a la escuela de arte.

Joel transforma los dolores de su vida en arte. Una pintura describe la época de Sendero Luminoso a través de las imágenes — el rostro de una madre Quechua, una cruz, fuego, un cuerpo — todo contra un fondo de color rojo sangre.

Un muchacho joven trabaja llevando paquetes en el mercado de los domingos en Huanta — el mismo trabajo que Joel hizo de niño.

Un muchacho joven trabaja llevando paquetes en el mercado de los domingos en Huanta — el mismo trabajo que Joel hizo de niño.

Otra pieza muestra a una chica que frunce el ceño con los pies descalzos, mecida por un conjunto de formas abstractas y fantasiosas. Es parte de su proyecto de tésis para concientizar sobre los niños y niñas que trabajan.

“Ayudar a los niños y niñas, esa es mi prioridad”, dice Joel. “Porque cuando veo a estos niños y niñas que trabajan, me veo reflejado en ellos.”

Desafortunadamente, aún se aprecia a niños y niñas que transportan cargas pesadas en el mercado de Huanta. “Hay mucho que hacer”, expresa.

Pero en la escuela de Bellas Artes, Joel se goza en aprender y explorar los aspectos técnicos del arte y estudiar a los maestros. Le encantan Monet y Picasso; está fascinado por la rivalidad entre los grandes del renacimiento, Leonardo da Vinci y Miguel Ángel.

En el cuarto de 2 por 3 metros, donde vive cerca del campus, se apilan materiales de arte, bocetos y trabajos realizados casi encima de su estrecha litera. Aquí es donde él trae a la vida a la gente que ha conocido, derramando sus experiencias en la pintura.

El arte es como ver a la inversa. El artista toma desde dentro de sí mismo y lo hace visible a los demás.

La perspectiva de este joven artista — quien habla por miles de niños y niñas que sufren en silencio — es una que debe ser vista por la sociedad en la que vive.

“Muchos dicen que el arte es inútil, pero el arte ha vivido con el hombre desde el principio,” dice Joel. “Con una imagen, se puede concientizar a la gente de muchas cosas.”

La Clínica del Cielo
Jhon Quispe Gozme, de 24 años, se sumerge en su Biblia.

La Clínica del Cielo

Es preferible que las historias se desenvuelvan con agilidad, a lo largo de una trayectoria proyectada.

Por ejemplo: En medio de la crisis, y con un poco de ayuda de extraños, la gente se da cuenta de que tenían el poder dentro de sí mismos para superar la adversidad — lo que viene a ser la trama de películas clásicas como “El mago de Oz” y “La Guerra de las Galaxias”.

Esto sucedió en Huanta. Vi cómo se desarrollaba ante mis propios ojos, mientras visitaba el lugar entre 1997 y el 2014.

Yo no pensaba que al niño que alguna vez yo patrocinara, Jhon Quispe Gozme, fuera el protagonista de una narrativa de este tipo. No hasta que lo conocí la segunda vez.

Antes de nuestro primer encuentro en 1997, yo me había enterado de su historia familiar, un relato muy típico de lo que le sucedió al pueblo Quechua durante los días de Sendero Luminoso.

Sus padres, Silverio Quispe Mao y Maria Augustina Condori, habían crecido en la aldea de Uchuuymarca. En 1983, Sendero Luminoso hizo sus primeras apariciones en el lugar, para congregar a todo el mundo e impartirles conferencias maoístas. Aquellos que se resistían eran castigados; sus casas ardían en llamas.

Tiempo después, los militares sospechaban que los aldeanos eran cómplices de los terroristas. En una reacción exagerada, los soldados alinearon a 16 personas y les dispararon, dándoles muerte a todos.

Silverio y Maria huyeron a Huanta con sus dos hijos, anticipándose por muy poco a otro brote de violencia; su casa fue incendiada poco tiempo después. En Huanta, tuvieron más hijos (con el tiempo, un total de 12).

Los muchos usos del patio de la casa de María y de Jhon en Huanta: fregadero de cocina, gallinero, jardín de hierbas, lavandería.

Los muchos usos del patio de la casa de María y de Jhon en Huanta: fregadero de cocina, gallinero, jardín de hierbas, lavandería.

Cuando Jhon era tan sólo un bebé de un mes de edad, una motocicleta atropelló a María, quien lo llevaba en la espalda, aplastándole el cráneo y el brazo al niño.

En mi opinión, fue este el último crimen de Sendero Luminoso contra la familia Quispe. Dicho incidente no habría sucedido nunca, si Jhon hubiese nacido en Uchuuymarca, un lugar donde existen más probabilidades de ser golpeado por un meteorito que por un vehículo motorizado.

Es difícil superar una discapacidad en los países en vías desarrollo, puesto que existen pocas adecuaciones para las personas que sufren de limitaciones físicas. Es posible que los niños y niñas con dichas limitaciones no puedan siquiera ir a la escuela y es muy poco probable que sean contratados. A veces, los padres los sumen aún más en este destino tan sombrío, puesto que los abandonan.

Pero cuando conocí a Jhon en su casa en el barrio de Accoscca, me sorprendió. A sus 7 años de edad, mostrándome una gran sonrisa en la que hacían falta unos cuantos dientes, me ofreció la mano que tenía en un franco apretón de manos y me deseo un buen día, en Español, con un tono de voz agudo.

Jhon, quien otrora fuera un niño patrocinado, guardo las cartas y la foto que yo le había enviado.

Jhon, quien otrora fuera un niño patrocinado, guardo las cartas y la foto que yo le había enviado.

Su amor por el canto le había valido el título de “El Cantor de Accoscca.”

Cantó para mí, suavemente al principio, de pie bajo un tendedero de ropa que se mecía con el viento. Alentado por las sonrisas de su audiencia, levantó su voz en volumen y tono. Pronto empezó a bambolearse de un lado a otro, mientras pasaba de un pie al otro, bailando al ritmo de su propia música.

Más tarde, sus padres me dijeron que había pasado de gatear a caminar tan sólo seis meses antes. Y ahora estaba bailando.

Cualquier vestigio de lástima que Jhon hubiese podido inspirar era eliminado por la luz interior que irradiaba de él, haciéndolo trascender más allá de cualquier pobreza y dislocación a su alrededor. Asistía a la escuela, tenía amigos y jugaba con sus hermanos y hermanas. Su familia le amaba.

Decidí patrocinar a Jhon, después de esa visita. Esperaba poder ayudarle con las cirugías correctivas. Además, la presencia de Visión Mundial en la comunidad era muy prometedora, aun tan sólo después de un año. Estaba convencido de que esta historia podría tener muy buenos resultados.

Principalmente, quería permanecer conectado a este pequeño niño.

Diecisiete años después — mucho tiempo después de finalizado nuestro patrocinio — Jhon y yo nos volvimos a encontrar, en la misma casa, junto con su madre y un desfile de sus hermanos menores.

Este joven hombre de fe me enseñó que el poder de superar la adversidad no proviene de nosotros mismos.

Este joven hombre de fe me enseñó que el poder de superar la adversidad no proviene de nosotros mismos.

Al padre de Jhon, Silverio, no podía verlo, aunque sí estaba en casa. A regañadientes, Maria me confió que estaba aún durmiendo después de una noche de copas. Po el llanto silencioso de María, deduje que no era un evento aislado.

Eso, aunado a algunos otros detalles, me sugerían que no había posibilidad alguna de “superar la adversidad” en estas circunstancias. Aunque los fondos del patrocinio le habían proporcionado atención médica a Jhon, un segundo accidente había causado problemas adicionales: ahora tenía ceguera en un ojo y ataques epilépticos. Jhon, ahora de 24, nunca fue a la escuela secundaria y era probable que nunca pudiera ser contratado para un trabajo.

Pero una vez más, me sentía atraído por algo en su carácter. Una luz interior, una sensación de pureza.

Jhon puede carecer de educación avanzada, pero es curioso y es un ávido lector. Tiene una memoria increíble para las fechas y se sabe de memoria los cumpleaños de todos los miembros de su familia.

Sus hermanos y hermanas siguen siendo sus mejores amigos y uno de sus hermanos menores prometió conseguir un trabajo para cuidar de Jhon.

William, de 12, y Renan, de 16, aman a su hermano mayor Jhon.

William, de 12, y Renan, de 16, aman a su hermano mayor Jhon.

Cuando le pregunté a Jhon si asistía a la iglesia, me dijo que sí. “Voy a la iglesia los martes, jueves, viernes y domingos” - me respondió. Me acordé de aquel viejo refrán: Estaba en la iglesia apenas abrían las puertas.

El nombre de la iglesia evangélica pentecostal en la que se congrega es la Clínica del Cielo.

La Clínica del Cielo: el lugar en el que tu expectativa de eternidad con Jesús lo arregla todo.

¿Pero, es así?

Creemos que no hay discapacidad alguna en el paraíso. No hay color de piel. No hay diferencia entre lo urbano y lo rural, entre ricos y pobres. Con Dios, somos perfectos.

El Cantor de Accoscca volvió a entonar una canción para mí, una que decía “mi mejor amigo Jesús” — “volverá otra vez, por eso no voy a llorar más. Me salvaste, así que yo te canto.” Leyó en voz alta su Biblia, su historia favorita, la del obediente Noé del Génesis, mientras sostenía las páginas apenas a centímetros de su rostro.

Jhon, con su ojo sano, tiene la capacidad de ver que el poder de superar la adversidad no proviene de nosotros. Puede que nos la arreglemos en este mundo por nosotros mismos, pero todo es temporal. Sólo con Dios existe la esperanza del cielo — la fuente de paz.

Resulta ser que la historia de un chico físicamente imperfecto tiene el mejor final de todos en Huanta.

La resiliencia a través del caos
Un ángel preside la entrada al cementerio de Huanta.

La resiliencia a través del caos

La violencia, la crisis económica, el despotismo y el desplazamiento de la población, que sucedieron en el Perú en la década de los 80, no son eventos aislados. Hoy en día, están sucediendo en todo el mundo, en los lugares frágiles donde trabaja Visión Mundial.

El peligro es parte del oficio, pero para Visión Mundial, el servir en el Perú tuvo un alto costo. En mayo de 1991, dos ejecutivos, Norm Tattersall y Jose Chuquín, fueron asesinados en un tiroteo con metralleta en una calle de Lima. Poco después, cuatro funcionarios peruanos desaparecieron y nunca fueron encontrados. Los líderes de la organización temían que hubiera más pérdidas de vidas humanas y cerraron la oficina de Perú. Tras la captura del líder de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, se redujo la violencia y Visión Mundial pudo reiniciar sus programas en 1994.

Hoy en día, Perú es la prueba de que un país puede recuperarse después del caos. Es una de las economías de más rápido crecimiento en América Latina. El gobierno se ha comprometido a erradicar la pobreza extrema para el 2021. Lo más importante, Perú hoy es un lugar seguro para criar niños y niñas.

Las organizaciones humanitarias como Visión Mundial jugaron un papel importante en la recuperación.

El Director Nacional, Caleb Meza, ha sabido guiar por buen camino a Visión Mundial, a través de las épocas agitadas desde que la oficina reabrió en el Perú. Entre sus primeras contrataciones, se encuentran Víctor Belleza, quien inició programas de desarrollo en la región del altiplano de Ayacucho, y la Coordinadora de Patrocinio, Aurea Rojas. Los tres principales dirigentes, entre varios otros que comenzaron en 1994, siguen trabajando para Visión Mundial en el Perú.

Explican cómo Visión Mundial y el patrocinio infantil han ayudado a que las comunidades sean restauradas después del caos, en el Perú actual, después de la caída de Sendero Luminoso.

Reiniciar el Ministerio

CALEB: Nunca pensé [que Visión Mundial] podría reabrir y trabajar de nuevo en el Perú. El grupo terrorista era muy fuerte en ese momento y todo nos ha llevaba a pensar que tomarían el país.

Cuando la oficina de Visión Mundial cerró, nos dimos cuenta de que algunos de los empleados tenían conexiones con el grupo terrorista. Así que, [desde la reapertura] tenía muy claro que tenía que encontrar a la gente adecuada. Pero teníamos una obligación legal que cumplir con el antiguo personal y debíamos contratar a la misma gente cuando Visión Mundial reabriera la oficina. Así que publicamos un anuncio en el periódico, a lo largo de una semana, para que los antiguos empleados pudieran leerlo y aplicaran por sus puestos de nuevo. Fue una semana muy difícil para mí. Pero ninguno de los anteriores empleados respondió al anuncio. Así que tuve la libertad de elegir a personas que fueran de mi entera confianza.

He trabajado en una propuesta orgánica para esta nueva etapa de Visión Mundial en el Perú. Comprendí que había que tener un enfoque diferente al que habíamos tenido en el pasado. Teníamos que responder al contexto nacional. Nuestra comprensión de la situación tenía que estar basada en principios cristianos. Teníamos que llegar a comprender, además, la situación económica y política.

La dificultad y el peligro

VICTOR: Uno de los problemas que enfrentamos al principio, fue que el conflicto armado había forzado [a las personas] a organizarse para auto defenderse. Se podría decir que era el único objetivo que tenían. Por lo tanto, la naturaleza de su organización tuvo que ser modificada. Lo que descubrimos fue, que conforme abordábamos varios otros temas, también se mostraban interesados en ellos. No podíamos olvidar que estas personas necesitaban reconstruir sus vidas y sus comunidades y que tenían aspiraciones para su desarrollo, así como para sus hijos e hijas.

Las consecuencias de un conflicto armado son la desconfianza, las sospechas y la duda. Tuvimos que trabajar con todas esas cosas y con las personas, para que fueran capaces de restaurar su confianza. Teníamos que tener en cuenta que habían sido víctimas, no sólo de los terroristas sino del estado mismo. No se trataba solamente de llegar con ayuda humanitaria — teníamos que restablecer una manera de reconciliación con este grupo de personas que habían sido bastante golpeadas.

CALEB: Comenzamos a realizar el trabajo con la población desplazada, bajo la sombrilla de la ayuda humanitaria. No era estratégicamente correcto hacer este trabajo bajo la sombrilla de los derechos humanos, ya que los mismos habían sido parte de los argumentos utilizados por los terroristas, las partes radicales de la sociedad política.

Las personas que asistían a la iglesia fueron asesinadas en 1984, en el punto más álgido de la violencia. Visión Mundial también sufrió tragedias — en 1991, fueron abatidos a balazos dos ejecutivos y cuatro funcionarios desaparecieron.

Las personas que asistían a la iglesia fueron asesinadas en 1984, en el punto más álgido de la violencia. Visión Mundial también sufrió tragedias — en 1991, fueron abatidos a balazos dos ejecutivos y cuatro funcionarios desaparecieron.

Los lugares donde elegimos trabajar eran muy peligrosos, tan peligrosos de hecho, que ninguna otra ONG quería estar allí. Tuvimos que caminar cinco o seis horas llegar a esos lugares. No teníamos celulares. No teníamos camiones de doble tracción. No había comodidades. Pero sí teníamos mucha pasión.

Compartir la fe

CALEB: Mucho de nuestro personal daba testimonio del Evangelio a través de sus vidas. Cuando la primera comunidad volvió a su lugar de origen, Víctor y una joven llamada Norma fueron con ellos. Eran los dos únicos jóvenes citadinos que caminaban junto a gente campesina de regreso a sus hogares. El camino estaba a 3000 o 4000 metros [entre 9000 y 13 000 pies] sobre el nivel del mar y caminaban a cielo abierto. Lo primero que hicieron después de mucho sufrimiento para llegar al lugar, fue entonar una canción evangélica, leer la Biblia y orar. Eso, como acción de evangelismo, fue más poderoso que cualquier otra cosa para los quechuas.

Trabajar con familias desplazadas en Huanta

VICTOR: Aquellos que se rehusaban a regresar [a sus aldeas], eran los que habían sufrido los golpes más sórdidos de violencia. Así que cuando decidimos trabajar con esta población, tuvimos que hacerlo respetando sus decisiones, en lugar de imponerles soluciones. La idea era ayudarles a reconstruir sus comunidades.

Los niños y niñas de las familias desplazadas sólo podían estudiar en una escuela de Huanta. Todas las otras escuelas fueron cerradas. Había exclusión por doquier. Teníamos que promover la creación de más instituciones educativas. La comunidad trabajó arduamente y nosotros les ayudamos. Ahora los niños son capaces de estudiar en cualquier institución educativa.

Un mural en Huanta promete verdad y reconciliación. Se encuentra cerca del estadio de fútbol de ciudad, donde los militares detenían y torturaban a los presuntos terroristas.

Un mural en Huanta promete verdad y reconciliación. Se encuentra cerca del estadio de fútbol de ciudad, donde los militares detenían y torturaban a los presuntos terroristas.

CALEB: Cuando organizamos la comunidad, empezaron a reclamar sus derechos ante el gobierno. Uno de los lugares donde pudimos apreciar que el Gobierno se esforzaba más para brindar los servicios de electricidad, agua, saneamiento y educación era Huanta. Promovimos la educación entre los niños y niñas patrocinados, que ahora estaban en edad de asistir a la Universidad.

Dar inicio al patrocinio infantil en 1996

CALEB: Cuando la comunidad comprendió que no estábamos allí para robarles a sus hijos e hijas, sino para que para apoyar su desarrollo, pudimos comenzar el trabajo del patrocinio.

AUREA: Empezamos a abrir nuevos proyectos en las zonas más conflictivas de Ayacucho, en los lugares más difíciles. Recuerdo que los facilitadores de patrocinio tenían muchos problemas para [entregar] las bolsas con las cartas de los patrocinadores. A veces [los militares] querían buscar en las bolsas o tomar sus cosas. Los facilitadores dijeron: “Llévese mi bolso, pero no las cartas”. Lo más importante eran las cartas de los patrocinadores.

Impacto a largo plazo

CALEB: A través del patrocinio, pudimos aumentar la autoestima de los niños y niñas. Los niños y niñas sabían que tenían dignidad, no sólo ante los ojos del pueblo peruano, sino también ante las familias extranjeras. Los niños y niñas sentían que eran ciudadanos de Perú, pero también ciudadanos del mundo.

AUREA: Lo principal es que los niños y niñas se convierten en promotores activos de sus propias vidas. Hay muchas cosas que pueden hacer para cambiar su entorno. Visión Mundial va a darles acompañamiento, pero ellos son los protagonistas del cambio.

VICTOR: Lo que hemos sido capaces de construir en Ayacucho es esperanza en el futuro — esperanza en el cambio. Mucha gente pensaba que estaba destinada a vivir en la pobreza, la discriminación y que esa iba a ser la realidad para sus hijos e hijas, o para sus nietos y nietas. Su realidad ahora es diferente. Es posible llevar a cabo cambios de vida para romper esa maldición generacional.

Esto es lo que el patrocinio puede crear. Va mucho más allá de la educación o la salud. Se trata de la persona. Se trata de los niños y niñas. La idea es ayudarles a construir sus vidas y su futuro. Todo esto ha sido posible gracias a las donaciones voluntarias, llenas de esperanza, que han hecho los patrocinadores, creyendo que su donación puede ayudar a transformar el mundo.

Terminar aquí, comenzar allí
Los estudiantes de segundo grado en Chancay, una comunidad en las afueras de Lima, disfrutan de acceso a libros en una “ludoteca”.

Terminar aquí, comenzar allí

Veinte años después, el trabajo de Visión Mundial en el Perú después del conflicto ha rendido frutos de manera sostenida: Bajando los niveles de pobreza extremos, mejorando la infraestructura y equipando a los miembros de la comunidad para que ellos mismos ejerzan Advocacy ante el gobierno. Por su diseño, este trabajo concluye con la transferencia de la responsabilidad de Visión Mundial a los líderes locales.

El proyecto de Visión Mundial en Huanta, la capital provincial, se cerrará en septiembre del 2015 después de haber promovido el desarrollo comunitario financiado por el patrocinio infantil durante 19 años. Una vibrante asociación, con altísimos niveles de organización, llamada AFADIPH (Asociación de Familias Desplazadas en la Provincia de Huanta), que ha sido socia de Visión Mundial desde 1996, está lista para asumir el control.

“Estamos hoy en la posición de seguir adelante por nosotros mismos, porque Visión Mundial nos ha enseñado desde que éramos bebés, más ahora somos adultos”, dice el miembro de la AFADIPH Erineo Lapa, metafóricamente. “Estamos entrenados y podemos desenvolvernos por nosotros mismos”.

Aunque sigue siendo una labor ardua, la AFADIPH puede desarrollarse a partir de muchos aspectos positivos. Como resultado del trabajo de Visión Mundial y el patrocinio, el nivel de pobreza extrema en Huanta cayó en más de un 70 por ciento. La desnutrición crónica en los niños y niñas menores de 5 años cayó en un 44 por ciento, mientras que la asistencia escolar subió — especialmente cuando se trata del acceso a la educación secundaria, disparándose hacia arriba en un 600 por ciento.

Como muchos niños y niñas patrocinados en Huanta, Joe Ramos Díaz, de 20 años, continuó con sus estudios universitarios. “Mi objetivo es formar nuevos líderes”, asevera.

Como muchos niños y niñas patrocinados en Huanta, Joe Ramos Díaz, de 20 años, continuó con sus estudios universitarios. “Mi objetivo es formar nuevos líderes”, asevera.

Una de las tantas historias de éxito es la de Joe Ramos Díaz, de 20 años, estudiante de San Cristóbal de la Universidad Nacional de Huamanga en Ayacucho. Cuando sus padres llegaron a Huanta, después de huir de los terroristas de Sendero Luminoso, sólo el 8 por ciento de los jóvenes había terminado la escuela secundaria — y la Universidad era tan solo un sueño lejano. Gracias a los siete años de apoyo de su patrocinador de Estados Unidos y a las importantes mejoras en las oportunidades académicas, Joe busca ser un profesional en agronomía. Espera poder utilizar sus habilidades para ayudar a los agricultores en las aldeas rurales, como de las que huyeron sus padres.

Si hay algo que siempre ha sido cierto en los entornos de los países en vías de desarrollo, es que mientras hay una marcada mejora en un lugar, hay una necesidad profunda en otro. En Perú, los nuevos proyectos de patrocinio han comenzado, incluso mientras termina el de Huanta.

Unos 600 kilómetros al noroeste, a lo largo del litoral pacífico del Perú, se encuentra Chancay, un distrito de aproximadamente 50 000 personas en el que Visión Mundial comenzó el proyecto de patrocinio El Pacífico, en el 2011. Aunque los turistas van de visita al lugar para acudir a un castillo, muchos de los habitantes son pobres, viven de la economía informal o de la industria pesquera. La salud de los niños y niñas es generalmente pobre, siendo que tres cuartas partes de los niños y niñas menores de 5 sufren de desnutrición.

El contexto de Chancay es diferente al de Huanta al principio. Por un lado, las personas no están traumatizadas por la violencia, como sí lo estaban las familias desplazadas en Huanta. Dada su proximidad a la ciudad capital del Perú, Lima, Chancay es mucho más urbanizada que la polvorienta ciudad del altiplano que fuera Huanta en la década de los 90.

Y sin embargo el enfoque sigue siendo el mismo: Centrarse en las necesidades de los niños y niñas; involucrar a los miembros de la comunidad y trabajar por un cambio que perdure.

En esta primera etapa de El Pacifico, 50 voluntarios — muchas de ellos, madres — se están movilizando para resolver los asuntos que más acosan a sus hijos e hijas.

Faustina Jaimez, de 37 años, no puedo contenerse para mostrar lo que ha aprendido en las clases de nutrición. Toda la mañana ha pasado trabajando atareada entre su cocina y su patio cubierto, sirviendo un platillo de ensalada de pasta, pasteles de espinacas y patatas, ceviche y panquecillos con glaseado de chocolate.

El ingrediente secreto en todo, incluso en los pasteles: sangre de pollo. Es una manera de agregarle hierro a las comidas de su familia, entre ellos tres niños y niñas, el más joven de los cuales tiene 9 años. “Los niños no distinguen el sabor”, sonríe Faustina.

Aproximadamente la mitad de los niños y niñas de Chancay sufren de anemia. Visión Mundial les enseña a las madres cómo impulsar la nutrición utilizando ingredientes disponibles, que a menudo han pasado por alto. En otro barrio, son las anchoas, llenas de hierro y de ácidos grasos, el ingrediente que las familias tradicionalmente desechan en lugar de comer.

Los talleres de nutrición ayudaron a las madres en Huanta también. La madre del estudiante de Agronomía Joe Ramos, Rosario Díaz, llegó a ser tan hábil que empezó a enseñar a otras madres durante años — de esta forma, las capacitaciones de Visión Mundial se vuelven sostenibles por varias décadas.

No sólo se trata de llenar las barrigas de los niños y niñas, El Pacifico también alimenta sus mentes. Aquí, las escuelas están disponibles (a diferencia de Huanta en la década de los 90), pero a menudo están mal equipadas con respecto al tipo de materiales educativos que instan a la participación, los mismos que los estudiantes en Estados Unidos dan por sentado.

Los estudiantes de segundo grado en la escuela de la Virgen de Candelaria se reúnen en un aula colorida — mesas color naranja, paredes azules y estantes pintados con colores primarios. Los libros y los juegos de mesa se apilan por todas partes en esta “ludoteca”, pero los libros parecen ser los que más llaman la atención, ya que los niños y niñas de 7 años se amontonan sobre los libros con ilustraciones.

“Les encanta leer”, dice la maestra Elizabeth Guerra. “Algunos niños y niñas tienen libros en casa. Les encanta esto — quieren venir acá todos los días. Han mejorado mucho en su lectura”.

La niña patrocinada, Rosario Trujillo, de 7 años, lee en voz alta un libro sobre un perro peruano sin pelo, llamado Chimoc. Después de que haber terminado, llena un formulario con información sobre el título del libro, la trama, el mensaje del mismo y cómo la hizo sentir — en este caso, dice que la hizo querer cuidar del medio ambiente.

Ella es una de muchos niños y niñas patrocinados en su clase; no obstante, todos los estudiantes se benefician de la biblioteca.

Jenny y Milagros fueron elegidas como líderes del gobierno estudiantil en su escuela secundaria en Chancay. Visión mundial está ayudando a expandir el programa denominado “Ayuntamiento Escolar” en otras escuelas de la zona.

Jenny y Milagros fueron elegidas como líderes del gobierno estudiantil en su escuela secundaria en Chancay. Visión mundial está ayudando a expandir el programa denominado “Ayuntamiento Escolar” en otras escuelas de la zona.

Estos niños y niñas de ojos brillantes, con sonrisas en las que hacen falta un par de dientes, no tienen consciencia de una visión a futuro: sólo saben que su día escolar es mucho más divertido. Visión Mundial acaba de comenzar en su comunidad. El apoyo de los patrocinadores estadounidenses durará hasta el 2026.

Uno de estos niños puede ser un futuro Joe Ramos, caminando a través de un campus universitario, luchando por conquistar una carrera profesional.

Entonces y Ahora

Entonces y Ahora

El poder darle seguimiento a una historia a lo largo del tiempo es un privilegio que pocos periodistas llegan a disfrutar. Gracias a la presencia a largo plazo de Visión Mundial en una comunidad durante 15 a 20 años, los escritores y fotógrafos de la organización tuvieron la oportunidad de revisitar a diferentes personas y lugares para observar los cambios y el progreso.

Desde 1997, los equipos de la revista de Visión Mundial visitaron Huanta, Perú, en intervalos de siete años. Esta cobertura, además de la fotografía generada localmente, capta el principio, la mitad y el final de los proyectos de desarrollo comunitario financiados por el patrocinio de Visión Mundial en la provincia.